COMFACA

DEPARTAMENTO DE GESTIÓN HUMANA

Conoce y aprende a evitar las trampas cognitivas

Se trata de patrones sistemáticos que pueden afectar la percepción de la realidad. Es frecuente caer en estos sesgos que afectan negativamente la toma de decisiones y causan saboteo emocional. También impactan la relación con los demás.

En la vida cotidiana surgen pensamientos que distorsionan nuestro contexto como inferir escenarios negativos ante una situación e ignorar la probabilidad real de que ocurran, (“llegué tarde al trabajo, me van a despedir”, “me fue mal en el examen, no soy bueno para esta carrera”, “rechazó mi invitación, no soy bueno en el amor”). También podemos evaluar resultados en términos extremos, de todo o nada, sin reconocer las escalas intermedias (“mi proyecto es un fracaso, los avances obtenidos hasta ahora no son los mejores, emprender no es lo mío”, “no disfruto lo que hago, pero debo seguir en lo mismo porque me será muy difícil conseguir otro trabajo”).

Estas inferencias erróneas van en doble vía, repercuten no sólo en nosotros sino en los demás dejando a su paso comportamientos y emociones que afectan el relacionamiento en los ámbitos personal y laboral y generan conflictos innecesarios (“llegó tarde porque no le importa el proyecto”, “no me llama porque no me quiere”, “aquí nadie colabora”). Por si fuera poco, somos propensos a seleccionar información que confirma las propias creencias preexistentes, ignorando cualquier evidencia de lo contrario (“las redes sociales afectan la salud mental y no aportan ningún beneficio”).

Técnicamente, todos estos son ejemplos de trampas cognitivas, las cuales afectan diariamente el proceso de toma de decisiones de los seres humanos. Se supone que debemos elegir con base en criterios informados que nos permitan identificar, evaluar y elegir entre diferentes opciones.  Sin embargo, no siempre es así. En el camino, surgen pensamientos irracionales que desvirtúan nuestras preferencias y afectan la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos y con los demás. De allí la importancia de conocer estos patrones sistemáticos de desviación de la objetividad para minimizar su impacto negativo.

Los sesgos pueden ser de diferente tipo, algunos se refieren a creencias que nos impiden ser flexibles o evaluar otros puntos de vista sobre un tema. Otro muy común es el pensamiento catastrófico donde anticipamos lo peor ante una situación sin tener evidencia suficiente. El pensamiento binario o polarizado es otro patrón que nos hace ver las circunstancias solo en términos de blanco o negro, sin considerar matices.

La psicología positiva simplifica en las “3 M”, los tres tipos más comunes de trampas cognitivas en las que caemos la mayoría de las personas: magnificar, minimizar y maquinar o idear. Lo común es que nos inclinemos por una de ellas. De allí la importancia de reconocerlas y evitarlas porque se manifiestan de forma repetitiva en diferentes contextos.

Maximizar: exageramos el hecho y sus consecuencias negativas (“si no logro el ascenso laboral, me estancaré en mi carrera, no podré avanzar y pasaré los próximos 10 años de mi vida desempeñándome en la misma función”). Esta importancia excesiva que le damos a ciertos tropiezos o desafíos no sólo producen un estrés y ansiedad innecesarios, sino que terminan quitándonos foco en aquello que si nos fortalece.  

Minimizar: es otro engaño de la mente que afecta la autoestima y la percepción realista de los logros personales. También es conocido como pensamiento selectivo o negación de lo positivo. Sin duda, es un reflejo del diálogo interno que nos decimos a diario, de esas creencias y frases que nos repetimos para desmeritar nuestros resultados y valorar los de los demás. La percepción se estrecha de tal forma que se habla de “visión de túnel”, pues nos enfocamos intensamente en un detalle específico, con una comprensión limitada que excluye otras variables relevantes.

Una muestra de ello es cuando una oradora está dictando una conferencia para un auditorio de 50 personas, de las cuales 49 están concentradas en el tema, pero hay una que está revisando su teléfono y se observa distraída. La conferencista podría pensar: “no soy buena para esto, la gente se desconecta, no manejo el auditorio, no tengo buenas habilidades de oratoria”.

Maquinar/personalizar/idear entendido como fabricar información: resulta igual de nocivo para nuestra existencia. Es un autosaboteo relacionado con la tendencia a justificar ciertas acciones; atribuir de manera recurrente los eventos a uno mismo, especialmente los negativos, sin considerar otros factores externos. (“Mi jefe grita y utiliza palabras ofensivas porque no cumplimos con la meta de ventas”, “seguramente se fue de la casa porque me lo merezco”).

¿Cómo controlar estos patrones?

El factor común de las 3M son pensamientos y comportamientos erróneos. Ya sabiendo que existen, ¿cómo defendernos de estos sesgos?

  • Lo primero sería identificarlos en nosotros mismos, entender que son ideas generalizadas y permanentes en algunos casos, evaluaciones falsas que no se corresponden con la situación.
  • Hacer una evaluación racional de los hechos. Luego de tomar conciencia de esta mirada imprecisa, sería apropiado equilibrar esos argumentos reconociendo esa historia personal que nos ha permitido en el pasado y en el presente superar obstáculos, encontrar salidas y ser flexibles ante los retos.
  • Fortalecer el diálogo interno y hacernos preguntas poderosas o generales que nos permitan cuestionar la conclusión distorsionada de un hecho:

¿De lo que estoy haciendo que SÍ funciona?

¿Estoy considerando todo el panorama?

¿Que estoy dejando de ver?

¿Cuáles son los hechos en esta situación?

¿Eso realmente es así?

La invitación es estar abiertos a nuevos enfoques, perspectivas y puntos de vista para ponderar el propio. Se trata, en definitiva, de que esas determinaciones de valor sean sobre la base de una visión más completa de la realidad. Es comprender que podemos obviar información esencial para tomar decisiones informadas y equilibradas.

Reconocer y evitar las trampas cognitivas implica sobre todo autoobservación, darnos cuenta del daño emocional que nos causan ciertas decisiones. Entender qué nos lleva a pensar de una determinada manera nos permitirá aliviar esa carga excesiva que pueden traer ciertos días. Ese darse cuenta implica también ser mucho más críticos, aprender a filtrar y restar tensión a las presiones del entorno cuyas variables no dependen de nosotros y no podemos controlar. Es no dejarse llevar por el malestar, ser más conscientes de porqué sentimos incomodidad. La respuesta para hallar el equilibrio emocional puede estar en las trampas cognitivas.